Agua pasa por mi casa…

Mesoamérica es la región donde se desarrollaron las antiguas culturas del país. Un territorio que hoy sería delimitado por Sinaloa como su frontera noroeste y Tamaulipas por el noreste, alcanzando sur en Belice y Guatemala.
En dos mil quinientos años mesoamérica alojó culturas extraordinarias que sumaban logros y matices al desarrollo de la civilización en esta parte del mundo.
Las rutas migratorias trazadas desde el Canadá hasta mesoamérica formaron un intercambio cultural sin precedentes en la historia del continente.
Una de las dos rutas importantes, la del noroeste, que venía sorteando las montañas rocallosas hasta las californias,  y después se adentraba  a territorio de la hoy Sinaloa, trajo consigo pobladores y conceptos que comenzaron a delinear el punto máximo de la epopeya mesoamericana: la conquista del Agua.
Una manera de medir el desarrollo histórico de las culturas mesoamericanas es a través del uso y tratamiento que dieron al líquido vital: el AGUA.
Quien conocía la mecánica para aprovechar agua, podía ejercer el máximo control y desarrollo social.
El ejemplo es Teotihuacán, desarrollando agricultura en masa para 200 mil habitantes; ciudad reloj que conducía ríos y manantiales a través de plomería lítica e innovaba con conceptos de gravedad hacia el año 1 de nuestra era. También sacaba máximo provecho al cultivo de temporal.
Por su parte, el imperio mexica trascendió los temporales por chinampas, parcelas flotantes sobre el gran lago de Xochimilco, que ofrecían fertilidad perene hacia el 1400. Son los mismos mexicas que huyeron de la desertificación y llegaron a los lagos por la ruta del Noroeste.
El problema del agua en México es tan antiguo como sus pobladores. Y las eventuales soluciones en un tiempo y espacio de la historia, son las que han formado las grandes culturas y las han derrocado.
Sin una revisión histórica, la comprensión del agua es aún más difícil. El problema actual podría encontrar algunas soluciones en el pasado; el primer ejemplo y el más valioso es sin duda el de la educación social.
Tláloc, el principal Dios mesoamericano, era el Dios del agua. La filosofía mesoamericana de conservación alcanzaba su clímax en la protección del líquido.
La gente sabía dentro de sí, que el agua era importante.
Netzahualcóyotl, el rey controversial, desarrolló sistemas hidráulicos, que Roma no conoció, e impulsó una política de conservación de áreas boscosas sin precedentes.
La educación y la técnica aunadas al concepto “agua”, han vivido momentos de gloria en nuestro pasado próximo. La cultura contemporánea nos ofrece posibilidades comunicativas muy amplias, pero no estamos depurando los temas ni tenemos una lista de prioridades. Educar en torno al agua y su historia es importante, reflejarnos en el espejo del pasado nos puede dar la sensibilidad que falta para entender el tema.
                                               Teotihuacán, la ciudad de Tláloc

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